Todo niño será en el futuro un adulto, por lo que es necesario que desde ahora aprenda a explorar cuales son los sus preferencias. Esto solo se logrará con cada experiencia vivida. Así que los padres deben convertirse en sus compañeros de viaje en la medida que van conociendo todos los gustos.
De esa manera, cada joven logrará desarrollar su propio criterio sobre cada alimento, su valor, color y textura, sabor, y su aporte nutricional. Obligar o pelear con el niño para que coma no es la mejor opción.
Por el contrario, busque maneras sutiles para incentivar la degustación del niño de todos los alimentos saludables, siempre respetando sus gustos. Por ejemplo:
⦁ Enseñe con el ejemplo: la mejor lección o enseñanza es la que se da con el ejemplo. Por eso, padre o madre, si tu hijo ve que usted tiene como hábito el comer frutas y vegetales, será más probable que su hijo sienta la curiosidad de probar o experimentar los gustos y preferencias de sus padres.
⦁ Aporte color y variedad: no se limite a que su hijo pruebe solo una fruta o verdura en particular. Permita que los ojos de su hijo disfruten de la colorida variedad de frutas y verduras que están a su alcance. En porciones pequeñas, ponga en la mesa varias opciones de vegetales. La ensalada de frutas es una magnífica opción para mostrar todos los colores naturales, a fin de que el niño seleccione las más llamativas. Felicítelo por probar algo nuevo, y acepte que quizás no le guste una de las opciones ofrecidas.
⦁ Invite a solo dar un bocado o mordida: en vez de obligar o amenazar, estimule la curiosidad por saber que sabor o textura tiene tal o cual fruta o verdura. Quizás hacer invitarlo a participar en un juego o aventura de exploración puede ser una de las mejores alternativas. Trate de preparar platos o comidas sencillas. Los niños no suelen apreciar los platos muy elaborados. Más bien enfóquese en la tarea vital de ayudar a su hijo a valorar la energía vital que nos ofrece la naturaleza.
Paciencia y constancia: tener éxito en la buena alimentación de los hijos es todo un reto. Sobre todo al querer que los más pequeños prueben todos los alimentos que servimos a la mesa. Recuerden que son solo niños.
No haga personal cualquier rechazo a alguna fruta o verdura. Si logra convencerse de eso, su vida estará más libre de tensión, y su relación con su hijo será más satisfactoria.
Además, no estaría demás tener un apoyo extra a fin de poder mantener la paciencia como una virtud. Podemos pedir la colaboración de familiares y amigos cercanos, que de vez en cuando nos ayuden al momento de preparar y compartir alimentos. La convivencia con otros, puede ayudar muchísimo a desarrollar la capacidad de adaptación del niño, y por extensión desarrolla la iniciativa propia de valorar lo servido en la mesa. dolore.